EL TABÚ

 


La regla, estas en tus días, te llego Andrés, te bajo o el periodo.

¿Por qué no llamamos a la menstruación por su nombre? Los eufemismos tienen un propósito: nos dan palabras para hablar sobre cosas que culturalmente se consideran tabú.

El estigma de la menstruación es una forma de misoginia. Los tabúes menstruales nos condicionan a entender la función menstrual como algo que debe ser escondido, algo que causa vergüenza. Y, asimismo, al no ponerle nombre a algo reforzamos la idea de que no debe ser nombrado.

Los eufemismos y tabúes menstruales son de la vieja escuela, pero no todas las sociedades ven la menstruación bajo una luz negativa.

En las primeras enciclopedias latinas nos podemos encontrar:

“El contacto con (la sangre menstrual) agria el vino fresco, los cultivos que entran en contacto con ella se vuelven estériles, los injertos mueren, las semillas se secan en los jardines, los frutos se caen de los árboles, el acero se desafila y el brillo del marfil se opaca, las colmenas de abejas mueren y un hedor espantoso enrarece el aire.

Pero estos tabúes se pudieran remontar a un tiempo antes de la agricultura e incluso antes del lenguaje.

Pero mientras los tabúes negativos sobre la menstruación son casi universales, hay excepciones y los tabúes mismos cambian. Algunas sociedades operan con asociaciones menstruales y eufemismos positivos. Por ejemplo, Algunas sociedades modernas de cazadores-recolectores entienden la menstruación como algo poderoso, sanador, protector y sagrado. Estos grupos también son más propensos a tener cierto grado de igualdad de género.

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